sábado, 7 de febrero de 2015

Soy de titanio.


Tiempo, eres el ganador de la carrera.

Llega un momento en el que te paras, quieta, calmada, ausente. Te pones a pensar. A analizar. Analizas tu vida y todo lo que hay a tu alrededor. Lo más cercano, lo más lejano, lo que te afecta directamente y lo que no. Te pones a pensar en el tiempo. Como han cambiado las cosas, parece que fue ayer cuando estabas en una situación y ahora te encuentras en otra situada a 180 grados de la anterior. Te das cuenta de que las generaciones futuras van a vivir lo que tu viviste, van a crecer, tomar esas experiencias, van a disfrutar de lo que tu disfrutaste. Tu vas en un punto de la carrera y has dejado atrás otro, pero en ese punto se encuentran muchas personas, muchísimas. Es parte de la vida, un proceso largo y a la vez corto, continuo y a la vez estático. Pequeños cambios, pequeños matices que hacen la carrera más interesante y que esté cambiando poco a poco. Pero después de unos metros te giras y te das cuenta de que la magnitud de los cambios una vez se han acumulado es muy amplia y ocupa una gran parte de tu corazón. También está el miedo, no puedes evitar sentir miedo, angustia. No sabes cual es el camino exacto de esta carrera, adonde te va a llevar el siguiente paso o cual será el próximo cambio. Miedo, frustración por ese tiempo que se te escapa de las manos y no eres capaz de alcanzar. Y es que, es cierto, no se puede alcanzar al tiempo, no lo intentes, no lo conseguirás, juega con ventaja. Sólo puedes intentar que cada paso de la carrera sea importante, significativo, que deje huella en los demás y en ti, disfruta de la carrera, hazla especial, diferente, única. Mira desde perspectiva con ilusión a aquellas personas que van detrás de ti, que las falta algunos kilómetros para experimentar lo que has experimentado. Y por último, utiliza calzado cómodo en la carrera, porque suficiente pesos tendrás para ponerte tú mismo más.


Imagen encontrada en tumblr


La primera brisa de la mañana de un sábado; el cielo azul  a mediados de agosto; el olor a tierra húmeda después de mañana de lluvia; la primera canción que suena cuando te pones los cascos; la sensación de la hierva fresca y verde bajo tus pies desnudos; una caricia; una abrazo sincero; cuando te abraza por la espalda; la sonrisa de mi madre; los besos de mi abuela; los abrazos de mi prima pequeña; el olor a libro nuevo; la ilusión; la relajación; la tranquilidad de la montaña; el olor del pelo de mi amiga; las bromas de mi amigo; el sabor a chocolate en mi boca; el olor a ropa limpia; la calidad de mis sabanas; la comodidad de mi almohada; el sentimiento de protección; la sonrisa cálida de alguien a quien no conoces; la humildad; la humanidad; el esfuerzo y su recompensa; la justicia; el olor a comida cuando estás hambriento; tu manta de cuando eras pequeño; el sonido de la lluvia; un rayo de sol cálido un día de invierno; el olor a buñuelos al pasar por la calle; las luces de Navidad, y la gente andando; el libro que quieres en un escaparate; un gesto de cariño; un gesto de respeto; una señora mayor sonriéndome; el olor a mar; la textura de la arena bajo los pies desnudos; el mar en las piernas; la brisa marina; la visión brillante y blanca de la luna; el olor a café caliente; el sabor del té.