Cuantas veces nos ha apetecido tomarnos un bollo relleno de chocolate, un dulce o una hamburguesa y hemos dicho "no, porque engordaré". ¿Qué? ¿Así vamos a basar nuestra vida? Que hago y que como para no engordar. ¿Esa será nuestra idea? En vez de pensar que hago para ser feliz, para disfrutar el momento, para sonreír el mayor número de veces posibles.
Me he cansado bastante de esos prototipos de mujeres tan imposibles e irreales. ¿Queremos ser así? Mujeres irreales, que no tienen otra preocupación que no sea verse siempre con lo que ellas consideran "talla perfecta" o "talla ideal".
¿Quién decide cuál es la talla ideal? Nadie.
Nos hemos dejado llevar tanto por el envoltorio que hemos dejado de fijarnos en el interior, y puede parecer algo típico, aburrido e irreal, pero lo irreal es pensar que un buen cuerpo te va a dar un tema de conversación, te va a hacer reír, te va a entender o te va a abrazar cuando necesites apoyo.
¿Sabes quién es el que hace todo eso? Te lo explico. La persona. El ser maravilloso que se haya dentro del cuerpo. Podemos reducir nuestro peso si nos lo recomiendo el médico, con una dieta equilibrada y haciendo deporte, pero ¿por el puro placer de parecernos a las modelos que cruzan por las pasarelas? Me parece patético.
Llamadme loca, pero me parece bastante mal pasarse la vida preocupándose por alcanzar unos ideales que nos ha marcado una sociedad. La vida es tuya, no de esa sociedad.
Y sé que esto suena a típico, pero es verdad, tus imperfecciones pueden que sean perfectas para otras personas, o mejor dicho, lo que tu vez imperfecciones, porque a pesar de lo que está marcando la sociedad, la belleza aún es subjetiva y lo que tu vez como un monstruo para cualquier puede parecer lo más hermoso del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario