Todos alguna vez en nuestra vida nos hemos sentido solos, ignorados, utilizados y poco importantes. Y es en esos momentos cuando te paras, respiras, piensas y te das cuentas que estás encerrada, como en un oscuro cubículo, que no puedes salir, que estás sola y nadie te ayuda y tampoco nadie se preocupa por ti. Y también es en ese preciso momento cuando tu mente dice "sal de aquí, vete". Necesitas marcharte, irte lejos, sola, sin nadie, a un lugar en el que nadie te conozca ni te juzgue, porque, si estabas sola antes rodeada de gente que te conoce, ¿ por qué no irte de verdad sola sin gente que te conozca? Sentirte sola a la vez que libre y tranquila; sin más pesar que el de respirar.
Todo el mundo tenemos esos momentos donde queremos coger la carretera y marcharnos. Recorrer kilómetros y kilómetros sin detenernos ni mirar atrás.
Momentos donde ni si quiera un abrazo puede quitarte el agobio y la presión que sientes en la cabeza, donde las palabras ya no te calman, donde el nudo en la garganta que predice unas lágrimas parece no dejarte respirar.
Esos momentos, esos jodidos momentos están hechos únicamente para que te escapes.
Y mi pregunta es : ¿cuántas veces somos lo suficientemente valientes para tomar esa carretera y marcharnos sin darles explicaciones a nadie?

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